Ernesto lleva ya 7 años en Alamania. Han sido largos años de trabajo, viendo poco a la familia. Mantiene el contacto con su hermano, a cuyo hijo le puso Ernesto, como su tío. Sin embargo, los dos últimos años han sido mucho más fáciles, ya que Ernesto tiene algo que venía necesitando mucho desde que salió de casa con sólo 21 años: el amor. Anna es la mujer que siempre había soñado, y a partir de este día sería la madre de su único hijo. Tiene unos pocos años más que él y, a diferencia de Ernesto, nunca conoció a su padre. Karl Weiss fue ejecutado en el año 1944 cuando se descubrió propaganda anti-nazi en su posesión. Su mujer, Christine Weiss, estaba entonces embarazada de su segunda hija, Anna. Ésta y su otro hijo, Johannes, esperan en el hospital cuando llega Ernesto, que saluda rápido y entra.
Ése día supondría mucho más para el Mundo de lo que Ernesto podía imaginar, pues nacía Karl Sánchez, quien llevaría el nombre de su abuelo materno, a quien siempre se lo definieron como “un auténtico héroe alemán”
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17 de agosto de 2001
Desde hace 3 años la vida de Karl Sánchez ha cambiado. Tras largos años de lucha contra el terrorismo, la Fracción del Ejército Rojo se había disuelto, y Karl comenzó a trabajar fuera de Alemania. Había pasado algunos meses en los Balcanes tras la Guerra de Kosovo, pero la tensión en el trabajo había bajado mucho. No era como en aquellos momentos en los que sabía que la vida de los infiltrados dependía de él, que el éxito o fracaso a la hora de prevenir atentados pasaba por su trabajo. Como otra noche, Karl llega a su casa. Acaba de enterarse de las nuevas noticias relacionadas con los recién llegados a la Tierra. Aunque escéptico por naturaleza, cree que esto puede ser una buena oportunidad de relanzar su carrera, sirviendo los servicios de inteligencia de los estados de la Tierra en gran medida a la hora de tratar con los nuevos aliados. Enciende el ordenador, y rápidamente mira su correo. Un mensaje llama su atención, uno que no dice quién lo envía ni expone motivo ninguno.
9 de septiembre de 2001
Desde la llegada de Niemann, es el primer día que éste no baja a la Tierra. Ese día Sánchez y Hazel aprovechan para ir a la base alemana donde Seratram está estas últimas semanas.
- Buenos días, señores. Estaba esperándolos.
- Nosotros también teníamos muchas ganas de hablar con usted -dice Sánchez- después de la charla que tuvimos los dos hace unas semanas.
- Si son tan amables de seguirme, por aquí cerca están los barracones donde me han metido No hay nadie, por lo que podremos hablar tranquilamente.
Llegan a una amplia habitación, y Seratram se sienta. En ese momento Hazel cierra el pestillo de la puerta y Sánchez saca su pistola.
- ¿Pero qué demonios hacen?
- Más le vale no alzar la voz, o nos llevaremos muy mal.
- ¿Qué demonios quiere, Sánchez?
- La verdad, Seratram. Desde que vinieron no han hecho otra cosa que marearnos.
- Sabe perfectamente que no traicionaría a mi gente. No pienso decirle más allá de lo que ya le he dicho. Estamos aquí para ayudarlos, y si quiere hacer algo por los suyos ayúdeme a coger al cabrón que está intentando sabotear toda la misión.
- Mira -dice Hazel mientras saca un cuchillo- sabemos que estás dispuesto a morir, pero si te abrimos en canal, a lo mejor descubrimos demasiadas cosas sobre vosotros y vuestra misión se va a la mierda. ¿De verdad va a arriesgar tanto por gente que no para de engañarlo?
- ¿Engañarme?
- Así es. Tu señora y su hermano no paran de engañarte para que te mantengas fiel, pero en cuanto puedan acabarán con todos nosotros y contigo en un instante. Así que empieza a hablar. ¿Cuál se supone que es vuestra misión? ¿Qué demonios es el “Proyecto Mercurio”?
- Mi gente viene hacia aquí. Dentro de unos años su Flota habrá llegado, y nosotros somos los únicos que podemos ayudaros a defenderos.
- Venga, Seratram, sabemos perfectamente que todo eso es una mentira. Sabemos que están construyendo un cañón con potencia mucho mayor que la necesaria para repeler un ejército de invasión. Pero claro, como tú no tienes acceso a esa información tampoco... ¿Ves ahora lo buena que es Keras, que te esconde todo su trabajo?
- Eso es mentira, sé perfectamente lo que hace Mir.
- ¿Cómo?
- Tenéis razón. El arma que está construyendo no es sólo para acabar con el ejército de invasión. La flota que vendrá aquí es mucho mayor. Es una flota de colonización.
- Me estás tomando el pelo, ¿no? ¿No queréis que acaben con nosotros pero si estáis dispuestos a acabar con toda vuestra gente?
- ¡Ésa no es nuestra gente! Mira, sé muy bien que ni Francis ni Mir planean acabar con vosotros. ¿Queréis una prueba de que no nos mienten ni a vosotros ni a mí? Aquí la tenéis -mientas se busca en la chaqueta-. No es muy prudente, pero viendo vuestra situación no me queda otra.
Saca un pequeño aparato. Al darle un botón, empieza a oírse una grabación. Parece un hombre mayor.
- Éste es el famoso dictador que dirige nuestro planeta.
“Ciudadanos de Gaia. Como bien sabréis, la situación desesperada que vive el planeta nos obliga a declarar el estado de guerra. Con el fin de asegurar la supervivencia de nuestros conciudadanos, se está preparando ya la Misión Éxodo que se aprobó hace poco. Cuando estemos preparados, la flota de colonización partirá custodiada por las Fuerzas Armadas con el fin de atacar el planeta Tierra y ocuparlo. Es una solución terrorífica y sangrienta, pero necesaria. Debemos elegir entre la supervivencia de nuestra gente y la de los terranos. Por mucho que algunos sectores como el liderado por Francis Niemann prefieran ver a los nuestros caer poco a poco y defender a un pueblo con el que no tenemos relación, el Gobierno permanecerá fiel a los valores de convivencia que han forjado estos últimos tiempos, aunque para eso debamos cometer un terrorífico genocidio contra las pobres almas de la Tierra.”
- ¿Veis? No es un invento. Es real. Son ellos los que quieren acabar con vosotros, y es Francis quien quiere salvaros.
- Pero -dice Sánchez estupefacto-, no entiendo nada. ¿Por qué queréis cargaros a todos los vuestros?
- Eso no tiene ninguna importancia. Falta mucho tiempo, y debemos prepararnos bien para evitar que os maten a todos.
- Pero esto no tiene sentido. Ese hombre hablaba en perfecto inglés a vuestra gente. ¿Me vas a decir que vuestro idioma nativo es el inglés?
- Mire, Sánchez, podemos estar aquí todo el día discutiendo sobre cosas sin importancia, o podemos empezar a colaborar para obtener la identidad de quien quiere hacer todo lo posible por que el genocidio que mi gente quiere cometer se lleve a cabo. Ahora mismo van a bajar sus armas, van a evitar un conflicto diplomático por esta estúpida actitud, y van a empezar a informarme de todo lo que le diga el topo. Sigan haciéndole creer que están de su parte.
Hazel mira a Sánchez, que asiente mientras guarda el arma. Seratram sale de la habitación. Sánchez permanece de pie, entre la furia y el desconcierto. Hazel simplemente se siente abatido y cansado.
11 de septiembre de 2001
Sánchez está afeitándose cuando, de repente, suena el móvil.
- Sánchez
- Agente, hacía mucho que no hablábamos usted y yo.
- Buenos días. Venía siendo hora de que comenzara a dar información un poco más útil.
- Agente Sánchez, ¿confía en mí?
- Si algo he descubierto estos últimos días es que usted parece ser el único que dar algo de información.
- Gracias. Esta mañana Keras bajará con Niemann a visitar la base donde está Seratram. Niemann intentará que Seratram vuelva a la base lunar. Es muy importante que no lo haga. Si has de retenerlo por la fuerza hazlo.
- ¿Pero por qué? ¿Qué pasará hoy?
- Cuando vayan a la base, se dirigirán al cañón. Si Seratram va con ellos, morirá. Voy a volar esa cosa.
Desde hace 3 años la vida de Karl Sánchez ha cambiado. Tras largos años de lucha contra el terrorismo, la Fracción del Ejército Rojo se había disuelto, y Karl comenzó a trabajar fuera de Alemania. Había pasado algunos meses en los Balcanes tras la Guerra de Kosovo, pero la tensión en el trabajo había bajado mucho. No era como en aquellos momentos en los que sabía que la vida de los infiltrados dependía de él, que el éxito o fracaso a la hora de prevenir atentados pasaba por su trabajo. Como otra noche, Karl llega a su casa. Acaba de enterarse de las nuevas noticias relacionadas con los recién llegados a la Tierra. Aunque escéptico por naturaleza, cree que esto puede ser una buena oportunidad de relanzar su carrera, sirviendo los servicios de inteligencia de los estados de la Tierra en gran medida a la hora de tratar con los nuevos aliados. Enciende el ordenador, y rápidamente mira su correo. Un mensaje llama su atención, uno que no dice quién lo envía ni expone motivo ninguno.
9 de septiembre de 2001
Desde la llegada de Niemann, es el primer día que éste no baja a la Tierra. Ese día Sánchez y Hazel aprovechan para ir a la base alemana donde Seratram está estas últimas semanas.
- Buenos días, señores. Estaba esperándolos.
- Nosotros también teníamos muchas ganas de hablar con usted -dice Sánchez- después de la charla que tuvimos los dos hace unas semanas.
- Si son tan amables de seguirme, por aquí cerca están los barracones donde me han metido No hay nadie, por lo que podremos hablar tranquilamente.
Llegan a una amplia habitación, y Seratram se sienta. En ese momento Hazel cierra el pestillo de la puerta y Sánchez saca su pistola.
- ¿Pero qué demonios hacen?
- Más le vale no alzar la voz, o nos llevaremos muy mal.
- ¿Qué demonios quiere, Sánchez?
- La verdad, Seratram. Desde que vinieron no han hecho otra cosa que marearnos.
- Sabe perfectamente que no traicionaría a mi gente. No pienso decirle más allá de lo que ya le he dicho. Estamos aquí para ayudarlos, y si quiere hacer algo por los suyos ayúdeme a coger al cabrón que está intentando sabotear toda la misión.
- Mira -dice Hazel mientras saca un cuchillo- sabemos que estás dispuesto a morir, pero si te abrimos en canal, a lo mejor descubrimos demasiadas cosas sobre vosotros y vuestra misión se va a la mierda. ¿De verdad va a arriesgar tanto por gente que no para de engañarlo?
- ¿Engañarme?
- Así es. Tu señora y su hermano no paran de engañarte para que te mantengas fiel, pero en cuanto puedan acabarán con todos nosotros y contigo en un instante. Así que empieza a hablar. ¿Cuál se supone que es vuestra misión? ¿Qué demonios es el “Proyecto Mercurio”?
- Mi gente viene hacia aquí. Dentro de unos años su Flota habrá llegado, y nosotros somos los únicos que podemos ayudaros a defenderos.
- Venga, Seratram, sabemos perfectamente que todo eso es una mentira. Sabemos que están construyendo un cañón con potencia mucho mayor que la necesaria para repeler un ejército de invasión. Pero claro, como tú no tienes acceso a esa información tampoco... ¿Ves ahora lo buena que es Keras, que te esconde todo su trabajo?
- Eso es mentira, sé perfectamente lo que hace Mir.
- ¿Cómo?
- Tenéis razón. El arma que está construyendo no es sólo para acabar con el ejército de invasión. La flota que vendrá aquí es mucho mayor. Es una flota de colonización.
- Me estás tomando el pelo, ¿no? ¿No queréis que acaben con nosotros pero si estáis dispuestos a acabar con toda vuestra gente?
- ¡Ésa no es nuestra gente! Mira, sé muy bien que ni Francis ni Mir planean acabar con vosotros. ¿Queréis una prueba de que no nos mienten ni a vosotros ni a mí? Aquí la tenéis -mientas se busca en la chaqueta-. No es muy prudente, pero viendo vuestra situación no me queda otra.
Saca un pequeño aparato. Al darle un botón, empieza a oírse una grabación. Parece un hombre mayor.
- Éste es el famoso dictador que dirige nuestro planeta.
“Ciudadanos de Gaia. Como bien sabréis, la situación desesperada que vive el planeta nos obliga a declarar el estado de guerra. Con el fin de asegurar la supervivencia de nuestros conciudadanos, se está preparando ya la Misión Éxodo que se aprobó hace poco. Cuando estemos preparados, la flota de colonización partirá custodiada por las Fuerzas Armadas con el fin de atacar el planeta Tierra y ocuparlo. Es una solución terrorífica y sangrienta, pero necesaria. Debemos elegir entre la supervivencia de nuestra gente y la de los terranos. Por mucho que algunos sectores como el liderado por Francis Niemann prefieran ver a los nuestros caer poco a poco y defender a un pueblo con el que no tenemos relación, el Gobierno permanecerá fiel a los valores de convivencia que han forjado estos últimos tiempos, aunque para eso debamos cometer un terrorífico genocidio contra las pobres almas de la Tierra.”
- ¿Veis? No es un invento. Es real. Son ellos los que quieren acabar con vosotros, y es Francis quien quiere salvaros.
- Pero -dice Sánchez estupefacto-, no entiendo nada. ¿Por qué queréis cargaros a todos los vuestros?
- Eso no tiene ninguna importancia. Falta mucho tiempo, y debemos prepararnos bien para evitar que os maten a todos.
- Pero esto no tiene sentido. Ese hombre hablaba en perfecto inglés a vuestra gente. ¿Me vas a decir que vuestro idioma nativo es el inglés?
- Mire, Sánchez, podemos estar aquí todo el día discutiendo sobre cosas sin importancia, o podemos empezar a colaborar para obtener la identidad de quien quiere hacer todo lo posible por que el genocidio que mi gente quiere cometer se lleve a cabo. Ahora mismo van a bajar sus armas, van a evitar un conflicto diplomático por esta estúpida actitud, y van a empezar a informarme de todo lo que le diga el topo. Sigan haciéndole creer que están de su parte.
Hazel mira a Sánchez, que asiente mientras guarda el arma. Seratram sale de la habitación. Sánchez permanece de pie, entre la furia y el desconcierto. Hazel simplemente se siente abatido y cansado.
11 de septiembre de 2001
Sánchez está afeitándose cuando, de repente, suena el móvil.
- Sánchez
- Agente, hacía mucho que no hablábamos usted y yo.
- Buenos días. Venía siendo hora de que comenzara a dar información un poco más útil.
- Agente Sánchez, ¿confía en mí?
- Si algo he descubierto estos últimos días es que usted parece ser el único que dar algo de información.
- Gracias. Esta mañana Keras bajará con Niemann a visitar la base donde está Seratram. Niemann intentará que Seratram vuelva a la base lunar. Es muy importante que no lo haga. Si has de retenerlo por la fuerza hazlo.
- ¿Pero por qué? ¿Qué pasará hoy?
- Cuando vayan a la base, se dirigirán al cañón. Si Seratram va con ellos, morirá. Voy a volar esa cosa.
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