El Proyecto Mercurio: Capítulo 3 "¿Dónde está la verdad?"
21 de agosto de 2001 NOTA: Las partes en cursiva son originalmente en español, en vez de en inglés.
Niemann, Hazel, y Sánchez van en una pequeña nave. Su destino es el cuartel de la brigada Castillejos de caballería en Zaragoza, donde verán cómo la unidad se adapta a los nuevos vehículos. Hazel habla con Sánchez.
- Entonces, ¿dices que tu primo es el general?
- General de Brigada Ernesto Sánchez.
- Parece que lo del servicio viene de genética.
- Se ve -se ríe-, pero en diferentes aspectos.
- ¿Y cómo llevó tu padre lo de casarse con una alemana? Yo me las imagino como mujeres a las que les gusta mandar.
- No sé otras, pero desde luego mi madre concuerda con tu descripción.
- ¿Y veníais mucho?
- Al menos una vez al año hacíamos una visita a Zaragoza a ver a la familia. Cuando eres joven, esas visitas empiezan a gustar demasiado. En invierno no hay quien viva en casa.
- Un cuerpo de español para vivir en Alemania tiene que ser algo jodido. Con el frío...
- Sí, pero nací y me crié allí. El riego hace más planta que la semilla.
- Vaya expresiones más raras que te inventas. ¿Sabe tu primo que vienes?
- No, he preferido darle una sorpresilla.
- Señores -dice el piloto-, estamos llegando.
- Está bien, -responde Niemann- señores, recuerden: ustedes van conmigo para mejorar relaciones. Si el resto de humanos saben que existen fallos en la seguridad en nuestros sistemas, podrían empezar a desconfiar, y bien es sabido que sin confianza se trabaja mucho peor.
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La nave aterriza, y salen los 3 hombres.
- Señor Niemann, soy el general Sánchez, es un placer tenerlo en las... ¿Karl? -Lo abraza- ¿Qué demonios haces aquí?
- Pues nada, cooperación con el señor Niemann.
- Cómo crecéis los teutones, macho. Señor Niemann, perdóneme por...
- Tiene mi perdón. Bueno, comencemos la visita.
- Por fin -dice Hazel-; creí que estarían hablando en español todo el maldito día.
- Si no le supone ningún inconveniente, nos hablaremos en inglés. Yo estoy más familiarizado, y creo que el señor Hazel nos lo agradecerá.
- Por supuesto, señor Niemann. Bueno, antes de nada, oficial Lakl, al señor Niemann está claro que lo conoce; estos son Karl Sánchez, de los servicios de inteligencia; y...
- Agente John Hazel, de la CIA.
- Mucho gusto, agentes. Señor -dirigiéndose a Niemann-, le informo de que ésta unidad está teniendo estupendos resultados a la hora de adaptarse a la nueva maquinaria.
- Perfecto, oficial.
- ¿Ya han aprendido -replica Sánchez- a utilizar vehículos tan nuevos?
- Cambiaron el manejo -responde el general- para hacerlo más parecido a los de los tanques que teníamos. De todas formas, aún nos queda mucha práctica.
Durante la mañana, los tres visitan todas las instalaciones. De repente, a Sánchez le suena el teléfono.
- ¿Me disculpan? Voy un momento afuera. ¿Diga?
- Agente Sánchez -dice una voz distorsionada-, creo que mi mensaje dejaba las cosas bien claras.
- Así que es usted el que me mandó el mensaje. Mire, no sé cómo quiere que desconfíe de Niemann si no me da ninguna prueba.
- Siempre tan desconfiados... Y sin embargo os habéis tragado todas y cada una de las mentiras de Niemann. Así lo único que lograréis es que se haga con la suya y acabe con todos vosotros.
- Mire, si quiere que haga algo, deme alguna prueba. ¿Está dispuesto?
- ¿Quiere saber la verdad? Reúnase conmigo en la salida de su hotel a eso de las 12 de la noche. ¿Quiere respuestas? Le entregaré todo el maldito “Proyecto Mercurio”.
- ¿Qué demonios es eso?
- Ya lo entenderá.
Cuelga. Sánchez sale de la habitación, y se dirige a Hazel, que observa el campo.
- Lo hemos logrado, lo hemos puesto nervioso.
- ¿A quién?
- Al que me envió el mensaje.
- ¿Era él? ¿Qué ha dicho?
- Se va a reunir conmigo a la entrada del hotel. Te apuntas, ¿no?
- ¿No ha quedado sólo contigo?
- Creo que es bueno que apretemos las tuercas y hagamos saber quién manda.
- ¿Sabes? Al final vas a caerme bien y todo.
Esa noche, ambos bajan “a tomar algo en el bar”. En la entrada no encuentran ningún hombre. El móvil. Es un mensaje: “¿De verdad creía que me dejaría ver? Busque en la papelera que hay justo afuera”. Salen y en esa papelera encuentran una carpeta.
- Nos la ha jugado.
- El cabrón sabía que si me decía que venía, iría seguro. De todas formas, a ver qué nos ha dejado. A ver, te leo: El Proyecto Mercurio es un proyecto de investigación y contrucción de un arma de alta potencia. Para ello se requiere el acceso al satélite de la Tierra, en la parte oculta del cual será construida el arma para evitar intromisiones de los habitantes del planeta. Esta arma se compondrá de una inmensa cantidad de cañones capaz de lanzar misiles con una alta carga atómica con una gran precisión. De esta manera, podremos acabar con los miles de millones de vidas que queremos destruir. Sólo así podremos asegurar nuestro futuro.
- Dios nos asista... ¿No dice nada más?
- Datos tecnológicos sobre el arma en cuestión, no entiendo nada. Y aquí hay... - Espera... Fotos de satélite.
-¿De qué?
- Es la superficie de la Luna en la cara oculta. Esta llena de obras. En esta se ve a Keras, la hermana de Niemann, hablando con unos obreros.
- Eso significa... Tengo que hablar con él -comienza a subir las escaleras-.
- ¿Con quién?
- Con Niemann.
- ¡No! Si le dices algo no podremos sacar más información.
- ¿Cuánta información más necesitas? ¡Quieren acabar con todos nosotros!
- No seas estúpido, la misión...
- La misión ha terminado.
Hazel llega a la habitación de Niemann.
- Señor Niemann, tiene que abrir, rápido.
- ¿Qué pasa?
- Rápido.
- Espera, ya voy.
Cuando abre, Hazel entra, señala a Niemann, que toma distancia.
- ¿Qué demonios le pasa? Más le vale no tocarme, cualquier raja en mi traje causaría mi muerte.
- No me dé ideas.
- ¿Pero qué coño le pasa?
- Hábleme del “Proyecto Mercurio”.
- No sé de qué demonios me habla.
- No se haga el tonto conmigo.
- Hazel -dice Sánchez-, tranquilízate.
- ¿Que me tranquilice?
- Señor Niemann, el topo que tienen metido nos ha hablado sobre un proyecto para acabar con la Humanidad.
- Eso es totalmente falso. Está claro que se lo ha inventado. No quiere hacer otra cosa que fastidiar nuestra misión.
- Por supuesto, no tenemos ninguna prueba contra usted. Pero no se preocupe, yo me ocupo de tranquilizar a mi compañero. Pero nos ayudaría mucho si usted nos dejara investigar en la base.
- ¿Después de esta agresión a mi honor? Además, ¿cree usted que los míos se sentirían cómodos con el aparato policial de la Tierra controlándonos? No, no voy a dejarle entrar a mi casa para que genere desconfianza, señor Niemann. Me voy ya mismo. Piloto, vayámonos a casa ya mismo.
- Será hijo de... -susurra Hazel
Sánchez se lleva a Hazel, que lo mira entre cabreado y confuso. Estando ya solos en su habitación.
- ¿Que no tenemos ninguna prueba, Sánchez?
- Mira, podríamos haberle exigido que nos llevara a su base, ahora la has cagado. De todas formas, algo bueno tendría que tener. Se pondrá nervioso, y con suerte el contacto requerirá que lo protejamos. Cuando eso ocurra, le preguntaremos más cosillas.
- No hace falta que le preguntemos nada, con informar a nuestros países y bombardeen toda la maldita Luna.
- Americanos... No sabemos hasta qué punto son cómplices los suyos. Podríamos acabar con miles de inocentes.
- Son ellos o nosotros.
- Tranquilo. Un arma de esas características les llevará tiempo, por mucho que tengan una tecnología mnuy avanzada. En el archivo decía que por lo menos llevaría unos 2 años de aquí a que terminen. Lo que vamos a hacer es avisar a nuestras respectivas agencias, dejar en sus manos el dar dicha información al resto de agencias, y actuar para que de momento la población no sepa nada.
Niemann llega y se encuentra con su hermana.
- Francis, ¿te pasa algo?
- Debo hablar contigo, a solas.
- Si quieres que venga Ser, está reunido con el resto de oficiales.
- He dicho a solas, Mir.
Se van a una habitación los dos solos.
- No te lo había dicho por no preocuparte, pero tenemos un topo, alguien del Gobierno que esta burlando la seguridad no sé cómo y esta dando información a los dos agentes que van conmigo.
- ¿Qué -cabreada-?
- Sí pero, en parte, falsa. Sabían que existía el “Proyecto Mercurio”, pero creían que estaba destinada a acabar con ellos. El caso es que deben saber que somos sus aliados. Tenemos que encontrar al que esté haciendo esto.
- Me tendrías que haber informado antes, Francis.
- Ya lo sé, pero conociendo cómo te preocupas por todo...
- ¿Y cómo han podido burlar la seguridad? Todas las comunicaciones están controladas por el ordenador central, y no hay manera de...
- No todas, Mir. Sé que a lo mejor no te gusta lo que te voy a pedir, pero tienes que ser objetiva, ¿vale?
- ¿A que te refieres?
- Quiero que tengas controlado a Ser.
- ¿Cómo?
- Desde que comenzó todo esto no ha parado de poner en duda el proyecto.
- No sé cómo se te puede ocurrir eso. Ser ha estado contigo desde que erais unos críos, adoraba a nuestros padres, y desde luego no es un sucio traidor. No quiero que vuelvas a hablar así de mi marido.
- Mir, estás viéndolo con el corazón, pero debes de ponerte a pensar. Vamos, eres más lista que cualquiera de los que estamos en esta base.
- Francis -enfurecida y gritando-, te conozco desde que tengo uso de conciencia, nos hemos criado juntos y tenemos la misma edad. Nuestras vidas han ido siempre por el mismo camino, pero de verdad que no te conozco cuando hablas así. No voy a permitir que sigas comparando a la persona que amo con un sucio traidor.
- Tienes que decidir, Mir, si seguir a la razón o a los sentimientos.
- No me hace falta. Tú eres el primero que dice que los sentimientos son los que nos hacen fuertes.
- Pero a veces pueden nublar nuestra visión de la realidad.
- Mira, aunque Ser no fuera mi esposo, sabría perfectamente que él no tiene nada que ver conmigo. ¿Por qué demonios haría algo así?
- Porque siempre me envidió.
- Francis, te juro que estás empezando a darme asco. Me voy a dormir con mi querido marido, y espero que mañana te disculpes ante mí por criticar así a alguien de tu familia. Yo voy a confiar en los valores familiares que nuestros padres nos inculcaron.
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