Llena de ira, Keras se va hacia su habitación, donde Seratram escribe algunas cosas. Al entrar, da un portazo.
- ¿Qué te pasa?
- Mi hermano...
- ¿Francis?
- ¿Tengo otro hermano?
- Eh, cielo, no me hables así, ¿eh?
- Tienes razón. Mira, prométeme que no le dirás a Francis que te he dicho nada de esto.
- Claro -deja los folios y se levanta-, ¿qué pasa?
- Francis me contó lo del chivatazo a los agentes esos.
- ¿Que tenemos un topo? No te tendría que haber dicho nada.
- Tenía derecho a saberlo.
- Sí, pero sabiendo cómo eres. ¿Tanto te molesta?
- No, eso me da igual, y sé que lo hacíais porque me queréis.
- ¿Entonces?
- Francis dice que te vigile.
- ¿Cómo?
- Sí, el muy imbécil te considera sospechoso.
- ¿Pero cómo puede pensar eso? Nos conocemos desde siempre.
- Lo sé, pero está demasiado agobiado y ese estrés lo está convirtiendo en un estúpido.
- Mira, si quiere, que controle mis datos. No tengo ningún secreto.
- Seguiría desconfiando. Pero eres un hombre listo y estás acostumbrado a obtener información.
- ¿A qué viene eso?
- Eres el líder de nuestros ejércitos. Debes de encontrar a ese cerdo traidor antes de que haga algo. De momento ya nos está poniendo en la mira de esos agentes. Además de traidor es un sucio embustero. Les dijo que el “Proyecto Mercurio” tenía como finalidad acabar con todos ellos.
- ¿Cómo? Ya le dije a tu hermano que si fuésemos con la verdad por delante sería mucho más fácil todo. Ahora creen que queremos destruirlos en vez de salvarlos.
- Encuéntralo, Ser. Baja a la Tierra y empieza a investigar con esos agentes. Seguro que lo consigues y puedes demostrarle a mi hermano que eres tan leal como siempre.
- Sí, podría ser una buena idea. Gracias por decirme todo; eres un sol. No te preocupes, no le diré nada a tu hermano. Le diré que quiero observar de cerca cómo se preparan los ejércitos de la Tierra.
- Muchas gracias, cariño.
- No pasará nada -le da un beso en la frente-, voy a ver al piloto de mañana para que sepa que voy yo también.
- Hasta luego.
- Por cierto, no me has preguntado si era el traidor.
- No hace falta que te pregunte nada: sé perfectamente que no eres un traidor.
- Te quiero.
Seguir leyendo
Seratram sale de la habitación. Keras se sienta en la cama y mira hacia arriba mientras llora.
- Dios, por favor, dame fuerzas para soportar esta presión. Ayúdame a conseguir que a mi amado no le ocurra nada. Creo en ti, Señora, y sé que compensarás mi fe.
28 de agosto de 2001
Niemann y Seratram salen de la nave. Niemann mira a Hazel detenidamente. Seratram se fija en Sánchez, y en cómo finge no sentir desprecio hacia su cuñado. Seratram tiene una gran capacidad para ver esas cosas. Da la mano a Hazel, y luego a Sánchez, al que guiña el ojo. Confuso, siguen su camino por Bruselas. El Secretario General de la OTAN los recibe. Mientras Hazel permanece cerca de Niemann, Seratram observa el paisaje lejos de la prensa. Sánchez se acerca.
- ¿Es usted quién me envió los mensajes?
- Le puedo asegurar que no, pero estoy al tanto de la información que han recibida.
- ¿Y qué tiene que decir exactamente?
- Que no son más que mentiras. Cuando tengamos más tiempo tenemos que hablar.
- Estoy deseando.
- No le conviene ser tan orgulloso, agente. Cuando Niemann esté en la rueda de prensa, dejaremos que Hazel se quede en la sala, pero nosotros iremos afuera a hablar.
Da lugar la reunión, en la que los países de la OTAN firman unos tratados de mutuo apoyo entre los países y los ejércitos de Niemann. Tras ello, hay una multitudinaria rueda de prensa. Como acordaron, Seratram y Sánchez se van fuera, y encuentran un pasillo solitario.
- Agente, le juro que no va a escuchar ninguna mentira de mis labios.
- Vale, dígame. ¿Qué demonios es el “Proyecto Mercurio”?
- No puedo darle esa información. Niemann os ha mentido, pero por el bien de todos, y sigue siendo mi superior. Pero desde luego no tiene ninguna intención de acabar con su gente.
- Entonces, ¿cuál es la intención?
- Salvarlos a ustedes y a mi pueblo. Gaia, mi planeta, ha vivido momentos muy difíciles. Ahora, el futuro de Gaia y el de la Tierra tienen un destino fuertemente ligado.
- ¿Cómo puedo confiar en usted?
- Porque a partir de hoy, no pienso salir de este planeta. Si mi gente quisiera acabar con la Humanidad acabaría también conmigo. Así que, o cree usted que quiero morir con todos los suyos, o confía en mí y empezamos a trabajar juntos para encontrar a ese sucio traidor que esta enviándoles esa mierda para acabar con el plan y conseguir que todos ustedes caigan.
- Podría empezar dando más información usted. Dice que no va a salir ninguna mentira de su boca.
- Eso no quiere decir que le vaya a decir toda la verdad.
- No está usted diciendo nada en absoluto.
- Ni falta que hace. No voy a cometer ningún acto de traición. He puesto muchas veces en duda el plan de mi cuñado, pero no por ello voy a dejar de obedecer sus órdenes.
- ¿Sabe usted que es un ser bastante raro y frío?
- Usted no me conoce. Dejémonos de tonterías y enséñeme la información que ha recibido.
- En mi casa las cosas las pedimos por favor.
- No me busque, agente Sánchez. Puede seguir diciendo estupideces o empezar a colaborar para salvar a su maldito planeta.
- Está bien, pero no me hable de esa manera.
- Así me gusta. Esta tarde comunicaremos que me quedaré aquí en la Tierra para controlar los avances de las unidades militares en materia armamentística.
- Todos estos días Niemann viene a la Tierra.
- Sí, pero dentro de un par de semanas deberá quedarse en la base. Exactamente el 9 de septiembre.
- Estupendo, ese día iremos a verlo a usted.
- ¿Han informado de algo de esto a sus gobiernos?
- Hemos informado a nuestras respectivas agencias, pero han aceptado nuestro consejo de no informar de momento a los gobiernos.
- Perfecto.
La rueda de prensa acaba, y Hazel sale junto a Niemann. Seratram recibe a los generales de los distintos países y se marcha con ellos. Hazel y Sánchez acompañan a Niemann hasta la nave. Cuando despega, Hazel se vuelve rápidamente hacia Sánchez.
- ¿Qué quería el general?
- Básicamente dice que Niemann miente, pero que también nuestro contacto. Según él es mentira que quieran acabar con nosotros.
- ¿Entonces qué demonios pasa?
- No lo sé. No ha querido darme nada de información. Puede que mienta, o puede que no, pero desde luego si miente, tiene unos cojones muy grandes, porque si atacan la Tierra, él muere con nosotros.
En ese momento, suena el móvil de Sánchez.
- Sánchez.
- Señor Sánchez, sé perfectamente que acaba de hablar con Seratram.
- Anda, Hazel, pero si es nuestro amigo misterioso. Tenemos muchas ganas de hablar con usted cara a cara. Seratram me ha dado razones para creer que usted nos miente.
- Eso es porque él no tiene ni idea de nada.
- Creía que él era el máximo dirigente militar de los vuestros.
- Y lo es, pero él no sabe nada. Todo esto es obra de Niemann y de la perra de su hermana. Ellos dos son los líderes políticos. Ellos son los que han llenado la cabeza de nuestra gente con mentiras. Sin embargo, nadie sabe que su verdadera intención es acabar con todos vosotros. Todo es una maldita red de mentiras de esa familia.
- Entonces, ¿por qué no informa al general?
- Bueno, sencillamente no me creería. Keras lo tiene totalmente hechizado. Además, en el caso de que lo hiciera... Seratram tiene un temperamento inestable, y podría provocar un conflicto en la base que acabara con demasiadas vidas. Por eso es muy importante que él no sepa nada de lo que yo le he dicho.
- Pero usted no me dijo nada antes de que Seratram no supiera nada. Parece como si usted adaptara sus mentiras a la situación.
- Piense lo que quiera, pero la verdad ya la vio usted en el informe.
- ¿Y cómo nadie ha visto nada raro en las construcciones?
- Porque son nanomáquinas dirigidas directamente por ordenador las que construyen esa arma. Sólo Keras puede entrar en esas instalaciones. Nadie más es necesario, ni nadie más tiene acceso al ordenador. Niemann sólo tiene que ser informado y dar instrucciones a su hermana. Créanme, no son hermanos de sangre, pero ambos tienen la mente igual de retorcida. No sólo son un peligro para ustedes, sino para mi gente. Mantengan a Seratram en el planeta. Mientras él permanezca allí, Keras se negará a atacar a la Tierra.
- Pero nosotros no podemos hacer nada para parar esto si no avisamos a nuestros gobiernos. Si Keras ha mentido a Seratram, a lo mejor no le importa tanto acabar con él.
- No informen de nada. Tengo todo bajo control. Puedo acabar con esto sin necesidad de un conflicto mayor.
- ¿Cómo?
- Me temo que de momento no le puedo decir nada más. Pero le aseguro que Keras no matará a su esposo; pondría a todos en su contra.
- Entonces, ¿para qué demonios me informa?
- Para que cuando todo esté resuelto, ustedes puedan informar a su gente. Además, si Niemann está nervioso, todo será mucho más fácil.
- No entiendo nada. ¿Quién demonios es usted? ¿Qué quiere de mí?
- Proteja a Seratram y colabore con él, mantengan a Niemann controlado y permanezcan a la espera.
- Pero -la llamada acaba- no me ha...
- ¿Qué dice?
- ¡Nada -indignado-, no me dice nada!
- No grites.
- Siento que no hacen más que mentirme por todos lados.
- Entonces, ¿qué hacemos?
- No lo sé.
- ¿Seratram quería que te reunieras con él otra vez?
- Sí, dentro de dos semanas.
- A lo mejor deberíamos de pasar a la acción.
- ¿A qué te refieres?
- Este tipo no para de darte información acerca de un plan para acabar con todos nosotros, pero a la hora de la verdad no da la cara. Mientras, Niemann y Seratram no quieren colaborar y no nos cuentan nada.
- Creo que Seratram no es mala gente.
- Pero es un estúpido cabeza hueca. Lo que tenemos que hacer es aprovechar que Seratram está aquí y exigirle información.
- ¿Exigirle?
- Dicen que cualquier rasguño en esos trajes acabaría con ellos. Puede que esté dispuesto a arriesgar su vida, pero si acabáramos con él podríamos estudiarlo y arriesgaríamos todo, y eso es algo a lo que seguro que no está dispuesto.
- Estás loco.
- En absoluto. Podremos obtener información y te aseguro que no hará falta herir a Seratram. Cantará, y como que hay Dios que vamos a empezar a saberlo todo.
- Eso es una locura, es... -se queda pensando- Pero es lo único que podemos hacer. Sí, lo haremos.
- De acuerdo: pedimos un rato a solas, lo encerramos y le sacamos un maldito cuchillo.
- De acuerdo. Hagámoslo al modo americano.
En la Luna, Keras se encuentra en una sala frente a un gran ordenador. Observa detenidamente a la pantalla, mientras teclea y se dice a sí misma.
- Está cada vez más cerca. Todo va según lo planeado; nada puede salir mal. Papá, pronto nuestra misión habrá terminado. No quedará ni uno con vida, lo juro por Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario