martes, 30 de marzo de 2010

El Proyecto Mercurio: Capítulo 4 "Rayo de Luz"

Llena de ira, Keras se va hacia su habitación, donde Seratram escribe algunas cosas. Al entrar, da un portazo.

- ¿Qué te pasa?
- Mi hermano...
- ¿Francis?
- ¿Tengo otro hermano?
- Eh, cielo, no me hables así, ¿eh?
- Tienes razón. Mira, prométeme que no le dirás a Francis que te he dicho nada de esto.
- Claro -deja los folios y se levanta-, ¿qué pasa?
- Francis me contó lo del chivatazo a los agentes esos.
- ¿Que tenemos un topo? No te tendría que haber dicho nada.
- Tenía derecho a saberlo.
- Sí, pero sabiendo cómo eres. ¿Tanto te molesta?
- No, eso me da igual, y sé que lo hacíais porque me queréis.
- ¿Entonces?
- Francis dice que te vigile.
- ¿Cómo?
- Sí, el muy imbécil te considera sospechoso.
- ¿Pero cómo puede pensar eso? Nos conocemos desde siempre.
- Lo sé, pero está demasiado agobiado y ese estrés lo está convirtiendo en un estúpido.
- Mira, si quiere, que controle mis datos. No tengo ningún secreto.
- Seguiría desconfiando. Pero eres un hombre listo y estás acostumbrado a obtener información.
- ¿A qué viene eso?
- Eres el líder de nuestros ejércitos. Debes de encontrar a ese cerdo traidor antes de que haga algo. De momento ya nos está poniendo en la mira de esos agentes. Además de traidor es un sucio embustero. Les dijo que el “Proyecto Mercurio” tenía como finalidad acabar con todos ellos.
- ¿Cómo? Ya le dije a tu hermano que si fuésemos con la verdad por delante sería mucho más fácil todo. Ahora creen que queremos destruirlos en vez de salvarlos.
- Encuéntralo, Ser. Baja a la Tierra y empieza a investigar con esos agentes. Seguro que lo consigues y puedes demostrarle a mi hermano que eres tan leal como siempre.
- Sí, podría ser una buena idea. Gracias por decirme todo; eres un sol. No te preocupes, no le diré nada a tu hermano. Le diré que quiero observar de cerca cómo se preparan los ejércitos de la Tierra.
- Muchas gracias, cariño.
- No pasará nada -le da un beso en la frente-, voy a ver al piloto de mañana para que sepa que voy yo también.
- Hasta luego.
- Por cierto, no me has preguntado si era el traidor.
- No hace falta que te pregunte nada: sé perfectamente que no eres un traidor.
- Te quiero.

Seguir leyendo

No hay comentarios:

Publicar un comentario